lunes, 19 de agosto de 2013

Humo rojo / Perla Suez




Lazos de sangre


Perla Suez presenta su nuevo libro, una novela inquietante que relata la historia de una tragedia familiar.

                                                                                                                        

“Humo rojo” comienza con una aclaración: “Cualquier parecido con personas y hechos reales es pura coincidencia”. Al dar vuelta la hoja, se lee una cita de Carson McCullers: “Todo lo que sucede en mis relatos me ha sucedido o me sucederá”.  Hay, en el encuentro de esas dos frases, una tensión que va a recorrer toda la novela. El lector puede encontrarse suspendido, sin saber dónde establecer sus lealtades, su simpatía, su punto de lectura. Porque Suez, con maestría, va administrando esta historia de manera tal que uno cree que sabe, para luego descubrir que no, que no sabía. Y que “creer saber” puede ser el nudo que justifique lo terrible.

La expresión “lazos de sangre” contiene mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir.  Hay quien ve en la familia un modo particular del refugio. Y hay quien lee allí la brutalidad de una condena.  “Humo rojo” camina sobre el  abismo que separa estas visiones. Dos hermanos, Oskar y Thomas Köhler, construyen y deconstruyen, con cada gesto, una relación de amor, de odio, de impotencia y de rencor. Saben que su vida está atada a la del otro, en la mayoría de los casos, de un modo violento. Vienen de una historia familiar ya atravesada por el desprecio, el odio, la mentira, el miedo y la sumisión.  El escenario que los cobija (o los constriñe) es una carbonera, en la zona del Chaco, siempre ardiendo, alumbrando, quemando.  Allí, lo que cuenta es lo que uno puede parir, lo que es capaz de sacrificar, lo que está dispuesto a hacer para conseguir otra cosa. Allí, siempre se trata de otra cosa.

El relato se presenta en forma de imágenes, escenas teatrales que se montan y se desmontan. Algo, en este modo de escribir, repica. Lo que podría ser leído como “seco” es la maquinaria que construye la tensión.  Las frases cortas, el exquisito uso de los espacios en blanco, la casi absoluta ausencia de comas y el particular modo de incluir el diálogo en la narración hacen que el libro avance fluidamente. Las voces se mezclan. Es imposible pensar esta historia narrada por una sola voz. Porque se trata, justamente, de cómo cada uno de nosotros atraviesa la vida de los demás.

La historia deja en el aire preguntas inquietantes: ¿Qué buscamos al perseguir a otro? ¿Qué busca quien nos persigue? ¿Qué es lo que hay en algunos lazos, terriblemente dolorosos, que hacen que los protagonistas no puedan retirarse? ¿Cómo desarmar un malentendido? ¿Cómo se remonta el odio, el propio, el ajeno? Afortunadamente, Suez no pretende responder y es algo que se agradece. Simplemente nos deja allí, a solas, con este relato y sus terribles preguntas.


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Agosto 2012






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